Visión Judía
  • Bienvenido
    • Acerca de Yerahmiel Barylka
    • Servicios
    • Contáctame
    • Libros en venta
    • Publicaciones
  • Parashat Hashavua
    • Vayetze
    • Vaishlaj
    • Vayeshev
  • Festividades
    • JANUCA
    • Iom Kipur
    • Izkor
    • Shavuot
    • Pesaj
    • Lag Baomer
    • TU BISHVAT
  • Preguntas al Rabino
  • Artículos, opiniones y reflexiones
  • HEBREW
    • חנוכה
    • מתן תורה
  • Agenda
  • Untitled

Iosef y Janucá - Parashat Miketz

11/29/2010

0 Comments

 
“Iosef era el señor de la tierra, quien le vendía trigo a todo el mundo. Cuando llegaron los hermanos de Iosef, se inclinaron a él rostro en tierra. Iosef reconoció a sus hermanos en cuanto los vio; pero hizo como que no los conocía, y hablándoles ásperamente les dijo: --¿De dónde han venido? -Ellos respondieron: --De la tierra de Canaán, para comprar alimentos. Reconoció, pues, Iosef a sus hermanos, pero ellos no lo reconocieron." Bereshit 42:6-8 

Escribo estas líneas, de regreso en casa, en Israel, después de recorrer varios países de la Golá, y después de encender la primera vela de Janucá.

La crisis de la familia de nuestro patriarca Iaacov, nos acompaña también en esta parashá, Miketz. Es la segunda parte de la dinámica en las relaciones de los hermanos de Iosef con él. Hay hambre en su tierra por lo que Iaacov envía a sus hijos a Egipto para lograr abastecimiento. Llegan a Egipto y allí se encuentran con la sorpresa más grande: Su hermano, a quien no reconocieron, pese a ser reconocidos por él. Ahora él, es el fuerte. De pronto uno de los sueños del soñador se cumple cabalmente, sus hermanos "se inclinaron a él rostro en tierra", pero, pese a ellos no se identifica. ¿Se sentía perplejo y confuso y por ello no reaccionó? ¿Con su sabiduría entendió que fue H' le había brindado pasar por tantas peripecias, para poder ayudar a su familia? – pregunta Abarbanel*. ¿Hay otras posibilidades? ¿Cuáles? ¿Cuál sería la respuesta correcta?

Todos los años en el invierno boreal los relatos de la vida de Iosef y sus hermanos y los sueños de Faraón se entremezclan con las velas de Janucá. Cuando encendemos las candelas oímos los sueños de Iosef y nos detenemos ante la simpleza y la belleza de esas visiones. 

El texto bíblico nos describe la apropiación de Iosef, el bello, el preferido, diciendo “porque fui robado de la tierra de los hebreos y aquí nada he hecho para que me pusieran en la cárcel" nos dice en Bereshit 40:15. Le nacen dos hijos cuyos nombres relatan la historia. “Y le nacieron a Iosef dos hijos antes de que llegaran los años de hambre, los que le dio a luz Osnat, hija de Puti Fera, sacerdote de On. Y al primogénito Iosef le puso el nombre Menashé, porque dijo: D-os me ha hecho olvidar todo mi trabajo y toda la casa de mi padre. Y al segundo le puso el nombre Efraím, porque dijo: D-os me ha hecho fecundo en la tierra de mi aflicción” (Bereshit 41:50-52). 

No hay como el capítulo 88 de Tehilim, que trata el “enigma” del sufrimiento humano y que es considerado como un salmo que plantea la lamentación más lacerante, para describir lo que Iosef pudo haber sentido en su prisión. Lo que tantos otros seres humanos, alejados de sus destinos sienten, lo que perciben los perseguidos, los alejados, los sufrientes. Lo que percibieron los macabeos cuando se lanzaron a su lucha desesperante ante un enemigo mucho más fuerte. “¡Llegue mi oración a tu presencia! ¡Inclina tu oído hacia mi clamor!, porque mi alma está hastiada de males y mi vida cercana al Sheol. Soy contado entre los que descienden al sepulcro; soy como un hombre sin fuerza, abandonado entre los muertos, como los pasados a espada que yacen en el sepulcro, de quienes no te acuerdas ya y que fueron arrebatados de tu mano. Me has puesto en el hoyo profundo, en tinieblas, en lugares profundos. Sobre mí reposa tu ira y me sumerges en todas tus olas. Has alejado de mí a mis conocidos; me has hecho repugnante para ellos; encerrado estoy sin poder escapar. Mis ojos enfermaron a causa de mi aflicción. Te he llamado, H’, cada día; he extendido a ti mis manos. ¿Manifestarás tus maravillas a los muertos? ¿Se levantarán los muertos para alabarte? ¿Será proclamada en el sepulcro tu misericordia o tu verdad en el Abadón? ¿Serán reconocidas en las tinieblas tus maravillas y tu justicia en la tierra del olvido? Mas yo a ti he clamado, H’, y de mañana mi oración se presenta delante de ti. ¿Por qué, H’, desechas mi alma? ¿Por qué escondes de mí tu rostro? Yo estoy afligido y menesteroso; desde la juventud he llevado tus terrores, he estado lleno de miedo. Sobre mí han pasado tus iras y me oprimen tus terrores. Me han rodeado como aguas continuamente; a una me han cercado. Has alejado de mí al amado y al compañero, y a mis conocidos has puesto en tinieblas”. 

Todas las personas pasan por los estados de dependencia hasta que adquieren su libertad. Primero dependen totalmente del Padre, y recién después y con mucho esfuerzo pueden comenzar a caminar solos. Pero, Padre responde cuando se lo busca, no siempre desea adelantarse al sufrir. De pronto el hijo debe gritar, pero, no todos los gritos se oyen. A veces forman parte de una multitud que los oculta. Otras, son sonidos no acompañados por la esencia. El grito no sólo es reacción por el dolor, puede ser por angustia. En la noche egipcia, silencio sepulcral. Como en las otras noches de los pueblos. No hay vida. Hay sueños. Pero, desde la prisión se oye el grito desgarrante. Grito de vida. Grito de valor. El miedoso no grita, dice nuestro rey David. Y Iosef se libera de la cárcel política. Allí había otros funcionarios que soñaban.

Y Iosef cambia su apariencia. La Torá recalca la nueva ropa de la misma forma como destacara la camisa a rayas. Iosef cambia sus indumentarias pero sigue siendo la misma persona. Así logra enfrentarse a la nueva cultura, tal como nosotros aprendemos en Janucá a confrontarnos con la que nos rodea y es ajena. Que nos pide ropajes que llegan a confundirnos. Iosef debe ir cambiando de sombreros y de ropajes en el proceso de la búsqueda de su identidad. Como tantos también en nuestra época, en tantos países. De la adolescencia como pastor pasa a ser tan importante. En sus funciones no sólo cambia de ropaje sino que también le dan un nombre nuevo, le entregan una mujer, y un puesto. Pero, cuando llega el momento, exclama: “Yo soy Iosef”,... sigo siendo el mismo pese a mis puestos a mis ropajes a mi mujer a mis cargos. No he cambiado. “¿Vive nuestro padre?” – pregunta, porque en él vive. Y en ese momento, ya no le interesa el poder, el lujo, ni el palacio. Sólo regresar a su D-os y a su familia, pese a que la misma tanto lo maltrató. Su vida fragmentada y rota se rearma como un rompecabezas y alcanza la perfección. No más vida doble. No más falsas identidades. Y entonces, estamos ya en Janucá con un mensaje similar. 

Iosef se encarga casi personalmente de alimentar a todos pero maltrata, a los extranjeros que llegan, a los miembros de su familia. Ajenos al medio. Cercanos al virrey. Sin embargo, Iosef no solo los acusa sino que les exige a sus hermanos. Entre sus alforjas coloca la copa que le servirá para retenerlo a su lado y desprenderse de sus hermanos a los que envía a sus hogares. Y, Iosef, pese a su poder, sigue temiendo a sus hermanos. Los temores infantiles no se van tan rápido. A esos bravucones que quisieron desprenderse de él y lo lograron. Necesita estar seguro que esta vez no volverán a intentar exterminarlo. Necesitaba saber también como se comportarían con Biniamin, si contra él iban a actuar de la misma manera que ya habían practicado con él o si ya cambiaron las relaciones y las reglas del juego. Por suerte para Iosef y para nuestra historia familiar, esta vez los hermanos se unen en defensa del otro hijo de Rajel. 

Iosef, el perseguido y censurado aún por su padre, llega a ocupar un cargo importantísimo y a ejercerlo muy bien. El soñador se ha convertido en un pragmático. Y allí, en la ajenidad, recupera su nombre, recobra su identidad, regresa a su familia, que es la manera de regresar a su pueblo.

Shabat Shalom y Janucá Sameaj desde Sión
0 Comments

Parashat VAYESHEV

11/21/2010

0 Comments

 
 Las acciones de los seres humanos, se juzgan en las Alturas, no sólo por la forma en que la perciben los seres humanos, sino por sus intenciones, escondidas al ojo del observador terrenal[3].

Vayeshev comienza con Iaacov, pasa a Iosef, habla de Reubén y Iehudá, y finaliza con Potifar y el ministro de bebidas. Entre las figuras de la lectura semanal, se encuentran personalidades aparentemente menores como las de Tamar[1] y la esposa de Potifar que no aparece por su nombre en el texto, y que intenta seducir a Iosef y al fracasar hace que lo encierren para que luego se convierta en el gobernador de Egipto, trayendo a su padre y a toda su familia al primer exilio del pueblo judío. Son textos posteriores los que nos revelan que su nombre era Zalija.

Hay quienes especulan que ese incidente de Iosef es el que posibilitó el Éxodo y la recepción de la Torá porque sin él, el hijo querido de Iaacov, hubiera continuado siendo criado en la casa de Potifar y su familia no hubiera llegado a Egipto. Hay en esta interpretación, algo muy valioso, que es el mensaje que nos dice que una acción llevada a cabo en un lugar y en un momento, puede desatar una sucesión de acciones impensables en un primer momento e indescifrables para la mayoría de las personas. Claro, que los tosafistas que así lo interpretan, lo hacen muchos siglos después del suceso. Los contemporáneos no pudieron prever jamás lo que iba a suceder después. Hay en esta línea de pensamiento un mensaje para cada uno de nosotros que se apura en sacar conclusiones incluso de acciones inconclusas y derivar de ellas hipótesis y especulaciones.


Nuestros sabios juzgan con benevolencia no sólo a Tamar, a quien el mismo Iehuda da la razón, sino también a la esposa de Potifar (Ver Sotá 10 b, y Bereshit Raba 85, 2), acerca de quien afirman que había consultado a sus astrólogos que le habían revelado, que de ella (o de su hija) Iosef iba a tener descendencia. "¡Vengan y vean las obras de D-os, las cosas admirables que ha hecho por los hijos de los hombres!" (Salmos 66:5), es la invitación del salmista que sirve como introducción a esa interpretación. Nuestros sabios identificaron a Osnat hija de Poti Fera, el sacerdote de On, que según Bereshit 41:45, Iosef tomara por esposa como la hija de esa mujer (ver Ialkut Shimoni) [2].

Las acciones de los seres humanos, se juzgan en las Alturas, no sólo por la forma en que la perciben los seres humanos, sino por sus intenciones, escondidas al ojo del observador terrenal[3].

Son las mujeres de esta parashá las que toman iniciativas, no esperan que los hombres decidan por ellas, no son pasivas. Cuando su interés y por su intermedio, el interés del pueblo se haya en juicio deciden por el pueblo todo.

Sin embargo, otras fuentes nos traen una interpretación totalmente diferente de los mismos versículos, que nos llevan incluso a encontrar una figura jurídica que recién en nuestra época se ha impuesto que es la del "abuso de la autoridad" para obtener medios o acciones reprobadas. Hay por cierto, una escuela completa que intenta ver en esas mismas acciones el mal personificado[4].

En el Talmud (Sotá 32 a) la esposa de Potifar, es criticada porque confabulaba abusando de su posición de ser la cónyuge del amo de Iosef, que le confería autoridad sobre el criado, para disponer de él como mejor le placía. Uno de los midrashim nos cuenta que condujo a Iosef a pasear por el palacio, llevándolo de habitación en habitación, hasta llegar a su punto de destino y allí encontró un ídolo grabado en el cielorraso, que cubrió por respeto, antes de continuar con sus intenciones. A lo que Iosef la increpó diciendo, cubres un ídolo inerme para que no te observe tu accionar y al Santo Bendito que tiene ojos en todo lugar, ¿no temes?

Nuestros sabios comenzaron a llamar a Iosef a partir de este relato que aparece en el midrash "Iosef Hatzadik"[5], sin perjuicio que en la guemará rabí Iojanán interpreta el versículo: "Pero aconteció un día, cuando entró él en casa a hacer su oficio, que no había nadie de los de casa allí" (39:11), que también Iosef sabía de qué se trataba. Ese versículo es discutido también por Rav y Shmuel, quienes se cuestionaban si había ido a trabajar realmente o simplemente porque fue a hacer sus necesidades (en una velada alusión que sabía para qué causa estaba allí). Sin embargo, Iosef huye aunque deje en manos de la mujer sus prendas que servirán para encarcelarlo.

El relato de la Torá no lo dice expresamente, pero, es evidente que las autoridades, incluyendo a Potifar, no creyeron en la confabulación que la mujer tramó, aún usando argumentos que hacían referencia al origen y la clase social de Iosef: "--Miren, nos ha traído un hebreo para que hiciera burla de nosotros. Ha venido a mí para dormir conmigo, y yo di grandes voces. Al ver que yo alzaba la voz y gritaba, dejó junto a mí su ropa, y salió huyendo. Puso ella junto a sí la ropa de Iosef, hasta que llegó su señor a la casa. Entonces le repitió las mismas palabras, diciendo: --El siervo hebreo que nos trajiste, vino a mí para deshonrarme. Y cuando yo alcé mi voz y grité, él dejó su ropa junto a mí y huyó fuera. Al oír el amo de Iosef las palabras de su mujer, que decía: «Así me ha tratado tu siervo», se encendió su furor. Tomó su amo a Iosef y lo puso en la cárcel, donde estaban los presos del rey; y allí lo mantuvo" (39:14). Si Potifar hubiera creído lo que su mujer le dijo no hubiera encarcelado a Iosef sino lo hubiera mandado a ejecutar inmediatamente. Los midrashim nos relatan que distintas pruebas que intentó fabricar la mujer fueron llevadas a expertos que demostraron que eran un embuste. Pese a todo Iosef, sale de la trampa, y después de la cárcel llega a los máximos honores.

La mujer de las Escrituras, lejana estaba de ser objeto y sus acciones dejaron su impronta en nuestra historia como nación, como la dejan en nuestra historia familiar. Parece repetitivo, pero, conviene recordar que nuestros Padres y Madres fundadores, fueron seres humanos sometidos a los mismos deseos e instintos que como a nosotros mismos, nos enfrentan con pruebas que debemos pasar exitosamente, según nuestras propias capacidades. Si ellos pudieron, nosotros también somos capaces de ello.

Shabat Shalom, desde Sión,

Rab. Yerahmiel Barylka
________
[1] Tamar debe enfrentarse con su suegro Iehudá, engañarlo, embarazarse de él teniendo mellizos. Uno de sus descendientes llegará a ser nada más y nada menos que David el rey de Israel, ascendente de quien esperamos el pronto nacimiento de Mesías.

[2] Jizkuni nos dice que haber tomado a la hija de Poti Fera como esposa, demuestra que no estuvo involucrado con la madre. Otros consideran que la misma familia de la mujer y Faraón necesitaban rehabilitar a Iosef después de lo que sufriera por la acción de la mujer. Para Faraón estaba claro que "el hombre inteligente y sabio", sobre el cual "está posado el espíritu divino", no podía haber caído en esa trampa. Es de suponer que Faraón citó a Potifar para verificar personalmente la verdad de la acusación y se convenció que no era sostenible. Por ello, Iosef no fue encarcelado sino en un instituto para detenidos políticos (39:20). La boda fue arreglada por el mismo Faraón.
[3] En varios discutidos casos, algunos de nuestros sabios son más que benévolos en sus interpretaciones, como es el caso de las hijas de Lot, en el que rabí Ieoshúa ben Korja, destaca en Nazir 23 b, que por la acción de la hija mayor, generaciones después tendríamos también como descendiente al rey David. El Santo Bendito fue quien hizo que en la cueva hubiera vino, que dieron de beber a su padre para que pierda la conciencia. Aparentemente esa indulgencia, se basa en las buenas intenciones de las mujeres que tenían según ellas entendieron una buena razón para su conducta, que era la de la salvación de la humanidad que creían podría desaparecer.
4] Incluso nos encontramos con quienes reprueban a Iaacov por haber besado a Rajel, y a ella por haber sido besada tal como leemos: "Y sucedió que cuando Iaacov vio a Rajel, hija de Labán, hermano de su madre, y las ovejas de Labán, el hermano de su madre, se acercó Iaacov y removió la piedra de la boca del pozo, y abrevó el rebaño de Labán, hermano de su madre. Luego Iaacov besó a Rajel, alzó la voz y lloró" (Bereshit 29:10-11). Sin embargo, hay consenso entre los intérpretes en no ver allí ningún acto reprobado.
[5] Los sabios aportan también otras explicaciones que justifican que le llamen el justo, a las que nos referiremos con la ayuda de H’ en el comentario de la semana próxima.

0 Comments

Parashat Vaishlaj

11/15/2010

0 Comments

 

"Salió Dina, la hija de Lea que le había dado a luz a Jacob, a ver a las hijas del país. Y la vio Shjem hijo de Jamor, el jiveo, príncipe de aquella tierra; la tomó, yació con ella y la afligió" (Bereshit 34:1-2).

"Dijo R' Berajiá en nombre de R' Levi: Una persona tenía en su mano un trozo de carne, y cuando el ave de rapiña lo vio, voló hacia él y lo apresó. Así, cuando Dina hija de Lea, salió, la vio Shjem hijo de Jamor y la poseyó". Midrash Rabá.

Lo que sucedió entre Shjem y Dina y posteriormente entre los hijos de Iaacov y ese grupo, presentan un desafío gigante a nuestros jajamim que intentan explicarnos las razones más profundas de la conducta humana y las reacciones de nuestros patriarcas. También deben enfrentarse a muchas preguntas. ¿Hay culpables? ¿La víctima tiene la culpa? ¿La educación que recibió fue equivocada? ¿Las actitudes de la madre que imita inconscientemente no eran las mejores? ¿El violador puede reparar su acción cuando, enamorado desea tomar a la víctima como esposa? ¿Después de la acción, cuál debe ser la reacción del entorno familiar? ¿A qué se debió la inacción del padre?

La Torá identifica a Dina en este contexto como hija de Lea, quien junto a Iaacov, se mantuvo en silencio después del terrible incidente por el cual había pasado la joven. Rashí, basándose en el midrash Bereshit Rabá 81, nos explica que la referencia a la madre y no al padre en el versículo, se debe porque también Lea, solía salir, tal como leímos previamente (30:16) "Cuando Iaacov volvía del campo, Lea salió a su encuentro…"

Como podemos ver, ese midrash, culpa a Lea por la salida de Dina, porque ella misma, salía…, atribuyendo a la víctima y a su madre lo que le sucedió, en lugar de hacerlo al violador.

Otros midrashim, adjudican el suceso a Iaacov, por haber escondido a su hija, cuando "aquella misma noche Iaacov se levantó, tomó a sus dos esposas, a sus dos esclavas y a sus once hijos, y cruzó el vado del río Iaboc" (32:22), para que no cayeran en manos de Esav, antes de su lucha con el ángel. Ya que el versículo habla de los 11 hijos, el midrash pregunta, ¿dónde está la hija que falta? Y contesta que "la colocó en una caja que cerró para evitar que el malvado Esav pusiera sus ojos en ella y la tome" (Bereshit Raba 76,9). ¿De qué se culpa a Iaacov? – de haber impedido que su hija se una a su propio hermano, cuando esa unión hubiera podido lograr modificar a Esav por la influencia de Dina y se hubiera producido, tal como comenzaba a ser tradición en la misma familia.


Hasta aquí la culpa es del padre o es de la madre. No es de la hija. No es de Shjem.

"Iaacov se enteró de que Shjem había violado a su hija Dina pero, como sus hijos estaban en el campo cuidando el ganado, no dijo nada hasta que ellos regresaron" (34:5). El padre que con valor había planeado hasta el último detalle su encuentro con su hermano y se había enfrentado durante largas horas luchando cuerpo a cuerpo con el ángel, de pronto queda silenciado. El midrash, nos trae la cita de Mishle 11:12, que dice "el hombre de entendimiento se queda callado", dándole un valor al silencio, que es el grito más fuerte y desgarrante del dolor. Iaacov no sabía aún que Shjem, "se enamoró de ella y trató de ganarse su afecto. Entonces le dijo a su padre: «Consígueme a esta muchacha para que sea mi esposa». Pero, parece que está dispuesto a aceptar a los habitantes de la tierra como parte de su familia. Pero, sus hijos, los hermanos de Dina no piensan así. "Al tercer día, cuando los varones todavía estaban muy doloridos, dos de los hijos de Iaacov, Shimón y Leví, hermanos de Dina, empuñaron cada uno su espada y fueron a la ciudad, donde los varones se encontraban desprevenidos, y los mataron a todos. También mataron a filo de espada a Jamor y a su hijo Shjem, sacaron a Dina de la casa de Shjem y se retiraron. Luego los otros hijos de Iaacov llegaron y, pasando sobre los cadáveres, saquearon la ciudad en venganza por la deshonra que había sufrido su hermana" (34:25-26).

Pero, si hay acaso, encontramos un silencio que amerita ser analizado es el de la misma Dina.

¿Qué pensaba Dina? ¿Quería o no deseaba quedarse en la casa de Shjem cuando sus hermanos la sacaron de allí? Si releyéramos el caso de Amnón y Tamar, encontraríamos allí la voz de Tamar expresando su sentir sin lugar a dudas.


En nuestra parashá, su sentimiento inexpresado da lugar a poner el acento en la relación entre la familia patriarcal, y las de los otros pueblos. El verbo utilizado repetidamente para describir la acción de Shjem es mancillar (el concepto hebreo es tumá, impureza ritual).

Es también el midrash arriba citado, que al equiparar la actitud del violador al de una ave de rapiña, deja establecido con claridad que los rapaces no van con vueltas, cuando quieren la presa la toman, se abalanzan sobre ella, no temen, y no les importa en manos de quien esté. Incluso si ponen en peligro su vida. La víctima, pues, no es la culpable. Tampoco su familia. Pese al terrible drama de Dina, la familia de Iaacov, a diferencia de la de sus padres y abuelos que tuvieron que expulsar a los hijos, permanece unida. Tendrán conflictos internos, no habrá exclusiones de parte del padre.

Después que se perdiera la oportunidad que quizás Iaacov deseaba, de integrar a toda la familia de Shjem que había pasado por parte del proceso de conversión al aceptar integrarse y pasar por la cirugía nada fácil para adultos de la circuncisión, le queda a Iaacov su propia familia. Los hijos de Iaacov, unidos en acciones innecesarias de castigo colectivo, y dos de ellos, también en el asesinato del grupo de Shjem, son reprendidos por su padre que cree en otro tipo de justicia. Ellos no habían hecho ningún intento de reparación, ni el que establece la Torá en Devarim 22: 29... “el hombre le pagará al padre de la joven cincuenta monedas de plata, y además se casará con la joven por haberla deshonrado. En toda su vida no podrá divorciarse de ella”.

Ya en su enfrentamiento con su hermano, Iaacov nos había brindado una lección que hay que prepararse para todas las eventualidades y usar todos los medios a su alcance para sobrevivir. Ya en la lucha con el ángel de la cual salió victorioso pero herido, sabía que de él se espera otra cosa. Pero, como padre, no siempre pudo lograr que sus hijos sigan su camino.

La discusión entre padre e hijos, parece formar parte del dilema de integración a otro pueblo que tiene otras normas de conducta, asimilarse y desaparecer de la historia, o separarse totalmente de esa posibilidad.

Cuando Iaacov ordena limpiar los ídolos, quizás hace referencia a aquellos que después de la acción de los hijos contra la familia de Shjem, los trajeron consigo.

-Coherencia- exigió Iaacov, si ya no nos mezclamos, (habrá pensado) tal como yo mismo luché para evitar siquiera dos tipos de valores en la familia e impedí que mi hija se quede con mi hermano, malvado a mis ojos, y ustedes siguieron ese principio y no aceptaron a la familia de Shjem pese a su circuncisión que es la muestra más valedera de la sinceridad que tenían de unirse con nosotros, quiten también los símbolos de la fe que no compartimos. La parashá debería haber terminado con estos versículos: “Entonces Iaacov dijo a su familia y a quienes lo acompañaban: «Desháganse de todos los dioses extraños que tengan con ustedes, purifíquense y cámbiense de ropa. Nos vamos a Bet El. Allí construiré un altar al D-os que me socorrió cuando estaba yo en peligro, y que me ha acompañado en mi camino.» Así que le entregaron a Iaacov todos los dioses extraños que tenían, junto con los aretes que llevaban en las orejas, y Iaacov los enterró a la sombra de la encina…” (35:2-5)


0 Comments

Parashat Vayetze

11/8/2010

1 Comment

 

--¿Soy yo acaso D-os, que te ha negado el fruto de tu vientre?" (Bereshit 30:1-2)

En los últimos años se ha puesto de moda enseñar indoctrinando y para ello, no sólo quienes lo hacen se alejan del texto sagrado sino que también ignoran, con intención o no, las investigaciones y comparaciones de los exegetas clásicos. Lo más grave es que la enseñanza mutilada, es contraria al espíritu de los jajamim z"l, que no temían a las letras de la Torá y de cada una sacaban las enseñanzas más valiosas. Es ese el espíritu que queremos, también en esta parashá, plantear aspectos muy humanos de nuestros patriarcas. Seguimos así esa vieja tradición y tenemos muy presente el versículo magistral, que nos enseña: "El ojo que se burla de su padre y menosprecia la enseñanza de la madre, que lo saquen los cuervos de la cañada y lo devoren las crías del águila" (Mishle 30:17). El desafío no es simple, pero, si deseamos honrar las enseñanzas de la madre, y dignificar las instrucciones del padre, debemos aceptarlo y ver de qué manera actos y palabras de nuestros antepasados tal como los trae la Torá nos brindan enseñanzas que perduran por los siglos.

Vaietzé -"Y salió Iaacov". No fue. Rashí nos dice que el que se va a la golá, 'sale', no va. Fuera, ya no puede ver la "escalinata apoyada en la tierra, y cuyo extremo superior llegaba hasta el cielo. Por ella subían y bajaban los ángeles de D-os…" (Bereshit 28:12). Durante toda su estadía en la casa de Lavan H', recién aparece nombrado al final para ordenarle regresar a la casa de sus padres. Mientras estaba en tierra ajena, aún cuando el peligro lo acosaba, debe arreglárselas solo.


Y Iaacov esa persona tan sensible y tan enamorada de Rajel, el mismo que en su encandilamiento recibe fuerzas que no contaba para mover la enorme piedra que guardaba la fuente, no siempre puede guardar todas sus virtudes y todos sus modales, fuera de su medio. Cuando tiene que apoyar y contener el dolor, reacciona con enojo. Su respuesta contradice la imagen que tenemos del patriarca. ¿Con quién estaba enojado Iaacov? – Acaso, ¿consigo mismo?, ¿con H' cuya presencia percibía lejos? ¿con su Rajel, por la manera en que le reclamó? 


También en nuestros días muchas mujeres gritan como Rajel "tráeme descendencia pues si no me siento como muerta", pese al gigantesco adelanto en los tratamientos de fecundidad, impensable hace pocos años atrás, todavía no todos logran éxito en sus anhelos de paternidad y maternidad.

De la requisitoria de Rajel y de la respuesta de Iaacov, de este grito desesperado, de otra de nuestras figuras históricas que sufrió de esterilidad, podemos aprender magistralmente cómo manejarnos en situaciones difíciles, frente a personas que atraviesan por momentos de angustia y zozobra.

Lamentablemente, cuando la persona que está frente nuestro sufre ante escenarios que no siempre se pueden manejar, dominar o elaborar, no siempre sabemos cómo reaccionar, qué decir, qué hacer, cómo poder ser útiles, cómo sobrellevar la situación.

En nuestra parashá, nos encontramos con uno de los casos en los que una persona está desesperada y reclama de otra una ayuda que ella no puede conceder, por lo que reacciona con enojo que deja ver la frustración que siente por no poder satisfacer el pedido recibido.

Los versículos de la Torá: "Cuando Rajel se dio cuenta de que no le podía dar hijos a Iaacov, tuvo envidia de su hermana [que ya en ese entonces tenía cuatro descendientes] y le dijo a Iaacov: — ¡Dame hijos! Si no, ¡muero! Pero Iaacov se enojó muchísimo con ella y le dijo: --¿Soy yo acaso D-os, que te ha negado el fruto de tu vientre?" (30:1-2), hablan por sí solos. Rajel, no acepta esa respuesta. No la entiende. Pero, no protesta. Deseosa de lograr con su deseo le da la solución a Iaacov, la de una matriz sustituta, y le dice que tome a su criada Bilhá*.

Nuestros sabios compararon la respuesta de Iaacov a la angustia de Rajel, con la que dio Abraham a Sara, a su zozobra por la misma causa de su esterilidad. "Ya ves que H' me ha imposibilitado de dar a luz; te ruego… y oyó (atendió) Abram el ruego de Sarai (16:2)". Abram, deseoso de tener descendencia no menos que Sarai, no toma decisiones sin ella, y cuando ella viene a él, con el tema de la esterilidad y encara a su pareja, éste sólo reacciona escuchándola. Sin duda, esa actitud es la más recomendable. Abraham respondió como un sabio, nos dice el midrash, y Iaacov, desde sus entrañas. La lección que nos da el Midrash, nos presenta varios principios de relaciones humanas. Las personas no pueden escuchar regaños cuando se encuentran deprimidas y angustiadas.


No se deben pronunciar admoniciones, ni llamar la atención, y reconvenir a quienes sufren. No se le ponen caras feas a una persona enojada ni se consuela a nadie cuando frente a él se encuentra el cadáver de la persona que quiere. Cuando queremos que alguien corrija su conducta, no necesitamos hacerle doler manipulándole puntos neurálgicos para tener éxito, con palabras amables, con una sonrisa y con un abrazo, se puede lograr mejor efecto.

En circunstancias aciagas del otro, hay que ser empático, asociarse al dolor, acompañarlo, dolerse juntos, estar en silencio, ofrecerse para servir. Llorar, oír la angustia, compartir la aflicción, sumarse a la agonía, ansiedad, amparar en el desamparo, sosegar en el desasosiego, descompostura, dolor.

En momentos de tribulación y zozobra se postergan las explicaciones eruditas y no se sacan conclusiones. No se disfraza la realidad ni se la disimula, por más dramática que sea. Se deja para otro momento la adulación, el halago, y la lisonja. No en el momento del gran dolor.

Pero…, todos tenemos la tendencia de actuar impulsivamente, de otra manera, de decir nuestras verdades, pese a que son duras. Y eso no ayuda a nadie. Ni a nosotros.

Entre la respuesta medida de Abraham y la impulsiva de Iaacov, el midrash prefiere la del primero.

Nuestra parashá comienza con la salida de Iaacov, y finaliza con su regreso a Israel.

La guemará en Ketuvot 100 b, nos dice: "quien habita en Eretz Israel, es como si tuviera D-os, y quien lo hace fuera, es como si careciere de El", quizás la respuesta a la actitud de Iaacov se encuentre en este simple renglón del Talmud.

Entonces H' le dijo a Iaacov: «Vuélvete a la tierra de tus padres, donde están tus parientes, que Yo estaré contigo» (31:3).

Allí volvió a ser el patriarca Iaacov.

Shabat shalom, desde Sión,

Rab. Yerahmiel Barylka

______________________

* Los nombres de los hijos de Bilhá nos enseñan que Rajel se consoló con ellos, y que además tenía claro que quien se los concedió no fue otro que H', sin embargo continúa intentando ser madre. Ver el texto hebreo de 30: 6-8 "Y Rajel exclamó: «¡D-os me ha hecho justicia! ¡Escuchó mi plegaria y me ha dado un hijo!» Por eso Rajel le puso por nombre Dan. Después Bilhá, la criada de Rajel, quedó embarazada otra vez y dio a luz un segundo hijo de Iaacov. Y Rajel dijo: «He tenido una lucha muy grande con mi hermana, pero he vencido.» Por eso Rajel lo llamó Naftalí". Rajel, entiende después lo que había entendido siempre, que la maternidad era un don divino: "Pero D-os también se acordó de Rajel; la escuchó D-os y le quitó la esterilidad. Fue así como ella quedó embarazada y dio a luz un hijo. Entonces exclamó: «D-os ha borrado mi desgracia.» Por eso lo llamó Iosef, y dijo: «Quiera el Señor darme otro hijo.» (30:22-24). Después de todo, la respuesta de Iaacov no fue alejada de la realidad. Véase que en el versículo aparece el Nombre dos veces, porque fue oída y recordada.

1 Comment

Toldot

11/2/2010

0 Comments

 
Esta parashá nos presenta un nuevo conflicto entre hermanos en la familia de nuestros patriarcas. 

Esta vez, preanunciado por los movimientos de los mellizos Esav y Iaacov, en la matriz materna, que se expresa posteriormente en la competencia por la primogenitura hasta su venta, y las maniobras por las bendiciones que el padre concede a sus hijos. 

La respuesta a la inquisitoria de la madre preocupada «Dos naciones hay en tu seno; dos pueblos se dividen desde tus entrañas. Uno será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor.» (25:23), sigue vigente aún en nuestros días y su expresión, más que simbólica, excede el marco familiar para presentarse, al igual que entre Itzjak e Ismael, en el ámbito universal.

 La parashá nos traela obra y vida de la única pareja monogámica de los patriarcas: Rivka e Itzjak. La única que no abandonó ni por un instante la Tierra de Israel.  No fue a Egipto como Abraham y Iaacov. Del matrimonio nacieron sólo dos hijos. Su situación económica fue buena.  "Itzjak sembró en aquella región, y ese año cosechó al ciento por uno, porque H' lo había bendecido. Así Itzjak fue acumulando riquezas, hasta que llegó a ser muy rico" (Bereshit 26:12-13). 


Itzjak, Iaacov y Iosef nacen de madres que tuvieron que superar la esterilidad.


La diferencia entre esta pareja y la de Abraham y Sara ya aparece en el momento del encuentro. 


Abraham tomó a Sara. ¿Quién era Sara? ¿De dónde había salido? ¿Cómo se acercaron? – La Torá nada nos dice sobre ello, excepto en las genealogías. 

Sin embargo, nos presenta el momento del encuentro entre Rivka e Itzjak. La Torá nos relata de qué manera, Rivka fue consultada antes de seguir al criado de Abraham a su locación. Así seguía el principio de la virilocalidad, fijar la residencia de los recién casados, en el lugar en que moraba el marido antes del matrimonio. 

"—Llamemos a la joven, a ver qué piensa ella —respondieron. Así que llamaron a Rivka y le preguntaron: — ¿Quieres irte con este hombre?    —Sí —respondió ella.  Entonces dejaron ir a su hermana Rivka y a su nodriza con el criado de Abraham y sus acompañantes.Y bendijeron a Rivka con estas palabras: «Hermana nuestra: ¡que seas madre de millares! ¡Que dominen tus descendientes las ciudades de sus enemigos!» Luego Rivka y sus criadas se prepararon, montaron en los camellos y siguieron al criado de Abraham. Así fue como él tomó a Rivka y se marchó de allí" (Bereshit 24:57-58).


Sin embargo, esa pareja casi ideal, tuvo que enfrentarse respecto a sus hijos que ya se habían enfrentado no sólo en el seno materno sino en las transacciones respecto a la primogenitura frente a la ultimogenitura (el privilegio concedido al nacido en último lugar entre un grupo de hermanos)[1] pese a los caminos entreverados que recorren los hijos en búsqueda de mayores derechos antes sus padres. En esta nueva familia, el "bueno" para el padre, no lo fue para la madre, ni el "malo" de Itzjak fue otra cosa que el bueno de Rivka.


Hubiera sido lógico que Itzjak no se equivocara con respecto a su hijo. Después de todo, Iaacov "era un hombre entero, sentado en las tiendas", alumno de Shem y Ever, los maestros de la época, y Esav era "hombre que sabe cazar, hombre del campo". Pero, Iaacov nunca le reveló a su padre que había adquirido su primogenitura, quizás por vergüenza por el precio que pagó. Pero, Esav, siguió presumiendo de ese título. Itzjak que después de todo había gozado de su ultimogenitura y elegido por Abraham su padre, no debía discriminar entre el primogénito y su segundo –pero lo hace-. 


Rivka es la hija de Betuel, el arameo, palabra que en hebreo, si se le cambia el orden de las letras de aramí se convierte en ramaí, el embaucador, y nieta de Najor el hermano de Abraham que se había quedado junto a su padre y el resto de la familia aferrado a los bienes materiales, a su fe idólatra sin animarse a ingresar a Israel, pese a que le faltaban pocos pasos, y una decisión. La mujer debe luchar para poder cortar el cordón umbilical que la liga genéticamente con prototipos, que si bien forman parte de la familia patriarcal, no representan sus mejores virtudes. No en vano, el midrash la describe como una rosa entre espinas, parafraseando el Cantar de los Cantares. Ya en su primera aparición en las Escrituras se la ve, con personalidad definida y con una maravillosa predisposición para las buenas acciones, casi similares a las de su futuro suegro, la de poder recibir a los anfitriones y hacerles sentir bienvenidos y bien atendidos. Da de beber a los camellos y ofrece albergue a un desconocido. Rivka alcanza abandonar el hogar paterno a muy joven edad para poder desarrollarse en otro medio con otros valores. 


Su descubrimiento de las diferencias entre los dos hijos, le permite salvar la vida de Iaacov cuando logra convencer a Itzjak de enviarlo lejos del alcance de su hermano, después que hiciera todo para que Iaacov reciba las bendiciones destinadas a su hermano, que frustrado, deseaba matarlo. Actúa sin demora y sin revelar sus motivaciones a su esposo, que no puede o no quiere ver la realidad. No tiene problema de aceptar recibir el fruto del ofuscamiento de su marido contra su hijo preferido cuando le contesta antes sus protestas: "—Hijo mío, ¡que esa maldición caiga sobre mí! — le contestó su madre —" (27:12). Una vez salvada la vida de Iaacov refugiado en la casa de su familia, Rivka desaparece prácticamente de la escena bíblica, como que había cumplido con su disposición de crear continuidad en la sucesión familiar que luego se convertiría en un nuevo pueblo.


 Ni hay mención a su muerte, en las Escrituras, y nuevamente el midrash es quien intenta llenar el hueco, recordándonos que si bien Itzjak aún estaba en vida, era muy anciano, ciego y encerrado en el hogar, mientras Iaacov seguía en Padan Aram, para evitar que sea Esav quien la sepulte "sacaron sus restos en la noche (en secreto)- para que nadie maldiga la memoria de quien lo había amamantado".


El punto común en la historia de la saga familiar de nuestros patriarcas pareciera estar ubicado en que el elegido para continuar la bendición de H', en casi todos los casos, logra convertirse en ese papel después de haber pasado por infinitas pruebas, y lo logra muchas veces contra la voluntad del padre biológico[2].  

Sin duda, las elecciones no tienen que ver con las convenciones humanas, sino con los méritos propios. El elegido es quien opta ser preferido por sus méritos. No es un tema familiar. David descendió de una mujer que se integró al judaísmo cuando los hombres de su propio pueblo no debían formar parte del judaísmo por mandato divino. De aquí deberíamos aprender que los caminos de H' son totalmente indescifrables por nuestra limitada inteligencia. Por lo menos hasta que se cumpla la profecía de Ieshaiahu (11:1 in fine): "Del tronco de Ishaí brotará un retoño; un vástago nacerá de sus raíces. El espíritu de H' reposará sobre él: espíritu de sabiduría y de entendimiento, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor a H'. Él se deleitará en el temor de H' no juzgará según las apariencias, ni decidirá por lo que oiga decir, sino que juzgará con justicia a los desvalidos, y dará un fallo justo en favor de los pobres de la tierra..."



 [1]Caín, Ishmael y Esav eran   primogénitos pero no fueron elegidos. La humanidad desciende de Shet el hijo menor de Adam.  Y Abraham amó a Ishmael: "Por eso le dijo a H': — ¡Concédele a Ishmael vivir bajo tu bendición!" (Bereshit 17:18) justo cuando D-os le avisa a Sara que será madre, como deseando expresar que ya había cumplido con su paternidad. "A lo que H' contestó: — ¡Pero es Sara, tu esposa, la que te dará un hijo, al que llamarás Itzjak!Yo estableceré mi pacto con él y con sus descendientes, como pacto perpetuo. En cuanto a Ishmael, ya te he escuchado. Yo lo bendeciré, lo haré fecundo y le daré una descendencia numerosa. Él será el padre de doce príncipes. Haré de él una nación muy grande". Podríamos continuar con la prole de Iaacov, cuyo primogénito fue Reubén, pero, éste no es el espacio para ello. Y es Iaacov, quien bendice a los hijos de Iosef según otro orden, pese a que el mismo Iosef pide continuar con la primogenitura cuando pide la bendición para sus propios hijos que Iaacov invierte.

 
[2]Ver también la historia de Tamar y sus mellizos. Peretz es el que sigue la bendición y de él nacerá David, ungido pese a ser el menor de los hijos de Ishay. David elige como sucesor a Shlomó que tampoco fue su primer nacido.

0 Comments

    Autor

    Yerahmiel Barylka 

    Archivo

    November 2018
    June 2013
    May 2013
    April 2013
    January 2013
    December 2012
    November 2012
    October 2012
    September 2012
    August 2012
    July 2012
    June 2012
    May 2012
    April 2012
    March 2012
    February 2012
    January 2012
    December 2011
    September 2011
    August 2011
    July 2011
    June 2011
    May 2011
    April 2011
    February 2011
    January 2011
    December 2010
    November 2010
    October 2010
    September 2010
    August 2010
    July 2010

    Categorías

    All
    Atadura De Itzjak
    Ayuno
    Balak
    Becerro
    Behaalotja
    Behar
    Bejukotay
    Bemidbar
    Bereshit
    Beshalaj
    Comienzo
    Descendencia
    Devarim
    Ekev
    Gad
    Hatikva
    Iaakov
    Ieoshua
    Iosef. Miketz
    Jaie Sara
    Janucá
    Jukat
    Kedoshim
    Ki Tavo
    Koraj
    Ley
    Libertador
    Liderazgo
    Líderes
    Mandamientos
    Matot
    Ma Tovu
    Miketz
    Mishcán
    Mitzvot
    Moshe
    Moshé
    Nasó
    Netzavim
    Nitzavim
    Nitzavin
    Normas
    Palabra
    Parasha
    Parashat Hashavua
    Parashat Vaera
    Pinjas
    Rajel
    Redención
    Rey
    Ruben
    Shlaj
    Shoftim
    Tevet
    Toldot
    Truma
    Tsitsitm Shema
    Vaiele
    Vaiera
    Vaigash
    Veietze

    RSS Feed