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Parashat Nitzavim - Vaielej

8/30/2010

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"Ustedes están hoy en presencia de H', su D-os: los cabezas de sus tribus, sus ancianos y sus oficiales, todos los hombres de Israel; sus niños, sus mujeres y los extranjeros que habitan en medio de tu campamento, desde el que corta tu leña hasta el que saca tu agua; para entrar en el pacto de H', tu D-os, y su juramento que H' tu D-os, concierta hoy contigo,  para confirmarte hoy como su pueblo y para que él sea tu D-os, de la manera que te ha dicho y como lo juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob".  (Devarim 29:9-11)

Nitzavim cuenta con apenas 40 versículos. No hay en su texto ni preceptos de hacer ni prohibiciones. Pero, sí palabras que dijo Moshé antes de su muerte a todo el pueblo de Israel. Esta parashá se lee antes de Rosh Hashaná y por lo general viene acompañada por Vaielej (sólo se leen separados si el primer día de Rosh Hashaná acaece en lunes o martes).

Para ello, Moshé reúne a todos los estratos del pueblo, fusionados ante D-os, sin discriminaciones de ningún tipo. Hay aquí tres generaciones, la de los ancianos remanentes aún de la salida de Egipto, la de quienes nacieron en Egipto pero que se criaron en el desierto y los más jóvenes que ingresarán a la Tierra Prometida. Incluso están los extraños que se fueron agregando al pueblo de Israel, primero en funciones de servicio hasta que se integraron totalmente a él. No fue fácil reunir a todos sin excepción, pequeños y grandes, líderes y liderados. Como no es fácil reunirlos en nuestros días. Hay aquí una acción digna de un pastor, para el cual todas las ovejas son valiosas igualmente. Ese es Moshé, el pastor, que no excluye a nadie, tal como D-os no prescinde de nadie.   "Así dice H' E’lohim: Yo mismo me encargaré de buscar y de cuidar a mi rebaño. Como un pastor que cuida de sus ovejas cuando están dispersas, así me ocuparé de mis ovejas y las rescataré de todos los lugares donde, en un día oscuro y de nubarrones, se hayan dispersado. Yo las sacaré de entre las naciones; las reuniré de los países, y las llevaré a su tierra. Las apacentaré en los montes de Israel, en los remansos y en todos los poblados del país. Las haré pastar en los mejores pastos, y su redil estará en los montes altos de Israel. Allí descansarán en un buen lugar de pastoreo y se alimentarán de los mejores pastos de los montes de Israel. Yo mismo apacentaré a mi rebaño, y lo llevaré a descansar. Lo afirma H' E’lohim. Buscaré a las ovejas perdidas, recogeré a las extraviadas, vendaré a las que estén heridas y fortaleceré a las débiles…" (Ezequiel 34:11-16)

En los versículos citados aparece tres veces el término "haiom", hoy, -en este mismo momento-, provocando inevitablemente que cuando leemos estas palabras nos suenen dirigidas a nosotros y no sólo a quienes estuvieron presentes en esos dramáticos momentos. "Pero no solamente con ustedes, Yo pacto este alianza y este juramento, sino también con los que no se encuentran hoy entre nosotros", nos dice la Torá en los versículos siguientes, para que no tengamos dudas que el pacto es eterno y que se refiere también a nosotros mismos. Para saber que las generaciones de abuelos, padres e hijos que tienen, cada una, experiencias distintas que aportar, se reúnen también hoy, y que nadie tiene derecho de excluir al prójimo. ¿Fácil? –No. Al contrario, más difícil. Hoy no hay un Moshé. Tampoco todos los abuelos tienen la memoria, ni las que poseen recuerdo, necesariamente es compartido, ni los padres cuentan con la práctica de la experiencia judía. Los únicos que se parecen son los hijos, que tienen mucho por aprender, por vivir, por practicar, por descubrir. Hoy estamos más dispersos que nunca, aún en las pequeñas comunidades en las que muchos aún se encuentran y las divisiones entre nosotros son cada día mayores. Pero…, en los días de selijot nos unimos de alguna manera para recibir Rosh Hashaná.

Y, así como nosotros debemos presentar el balance de nuestros actos, así Moshé, presenta el suyo, quizás para inspirarnos. En sus palabras aparece la indicación del regreso, de la teshuvá, del retorno hasta H'.

En ese espíritu de víspera de año nuevo, esta parashá nos sigue enseñando(30:11-13): "Porque este mandamiento que yo te ordeno hoy no es demasiado difícil para ti, ni está lejos de ti.  No está en el cielo, para que digas: "¿Quién subirá por nosotros al cielo, nos lo traerá y nos lo hará oír para que lo cumplamos?" Ni está al otro lado del mar, para que digas: "¿Quién pasará por nosotros el mar, para que nos lo traiga y nos lo haga oír, a fin de que lo cumplamos?" Pues muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas." Y Najmánides -el Ramban-, nos dice, "en tu boca" –por medio de la confesión-, "en tu corazón" –a través del arrepentimiento-.

En esta parashá se presentan los dos tipos de teshuvá que podemos emprender, el retorno por temor, por prevención al castigo o después de él, y el regreso por amor.

Dijo Rabí Eliécer en Sanedrín 97 b: “Israel será redimido si se arrepiente, sin arrepentimiento no habrá redención - ¿Sin arrepentimiento no habrá redención? – Le dijo Rabí Iehoshúa- Es que el Santo, bendito sea, les pondrá un rey, que tomará disposiciones tan perversas como las de Hamán y los inducirá a arrepentirse y volver a la buena senda-. Según otra enseñanza, dijo Rabí Eliécer: Si Israel se arrepintiera, obtendrá la redención, como está escrito: "Vuelvan hijos rebeldes y sanaré sus rebeliones" (Irmiahu 3:22) – pero, también dice –le contestó Rabí Iehoshúa- : "De balde fueron vendidos, por tanto, gratuitamente serán rescatados" (Ieshaiahu 52:3). De balde fueron vendidos por la idolatría (ningún valor tienen los ídolos por los que se vendieron), por lo que sin dinero serán rescatados- sin arrepentimiento ni buenas acciones. También dice – contestó Rabí Eliécer a Rabí Iehoshúa: “Vuelvan a mí, y yo volveré a ustedes” (Malaji 3:7). Y así continúa el debate entre estos dos grandes sabios hasta que Rabí Eliécer queda en silencio, como concediendo que Rabí Iehoshúa tuvo razón.  Es obvio que ambos llegan a la conclusión que el retorno es imprescindible para lograr la redención, pero, discuten si la misma se logrará a través de un cambio de conducta que se vea forzado o si es menester llegar a él por el amor.

En estos días de reflexión que nos quedan antes de la presentación del balance en Rosh Hashaná, al releer la parashá, deberemos nuevamente buscar la manera de elegir, como nos lo invitan las lecturas de las últimas semanas, y ahora, sabiendo que no queda mucho tiempo para tomar la decisión correcta. Que la redención está más que nunca antes, a nuestro alcance.

De nuestra actividad y de nuestra actitud, depende que se pueda producir que: "Cuando te vuelvas a H', tu D-os, y obedezcas a Su voz conforme a todo lo que yo te mando hoy, tú y tus hijos, con todo tu corazón y con toda tu alma, entonces H' hará volver a tus cautivos, tendrá misericordia de ti y volverá a recogerte de entre todos las naciones adonde te haya esparcido H', tu D-os. Aunque te encuentres desterrado en el lugar más distante de la tierra, desde allá H’ tu Di-s te traerá de vuelta, y volverá a reunirte. Te hará volver a la tierra que perteneció a tus antepasados, y tomarás posesión de ella. Te hará feliz, y te multiplicará más que a tus antepasados” (Devarim 30:2-5).
Shabat Shalom, desde Sión, tizku leshanim rabot neimot vetovot, que sean inscritos y confirmados para un año nuevo, feliz y próspero, en el que estemos iluminados para tomar las decisiones correctas y seamos merecedores de la Redención, por amor.
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Parashat Ki Tavo

8/23/2010

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"Maldito el que pervierta el derecho del extranjero, del huérfano y de la viuda".Y dirá todo el pueblo: "Amén". Devarim 27:19


"El tercer año, el año del diezmo, cuando acabes de separar todo el diezmo de tus frutos, darás también al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, para que coman en tus aldeas hasta saciarse. Y dirás delante de H’, tu D-os: »"He sacado lo consagrado de mi casa, y también lo he dado al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, conforme a todo lo que me has mandado; no he transgredido tus mandamientos ni me he olvidado de ellos". Devarim 26:12-13


“Entonces dirás estas palabras delante de H’, tu D-os: "Aramí1 que quiso que mi padre perezca, hasta que descendió a Egipto y habitó allí con pocos hombres. Allí creció y llegó a ser una nación grande, fuerte y numerosa. Los egipcios nos maltrataron, nos afligieron y nos impusieron una dura servidumbre. Entonces clamamos a H’, el D-os de nuestros padres, y H’ oyó nuestra voz y vio nuestra aflicción, nuestro trabajo y nuestra opresión. H’ nos sacó de Egipto con mano fuerte, con brazo extendido, con grande espanto, con señales y milagros; nos trajo a este lugar y nos dio esta tierra, tierra que fluye leche y miel".Devarim 26:5-9

Si la de hoy fuera la primera lectura de nuestra vida de esta parashá y hubiéramos llegáramos a ella comprendiendo el texto pero sin haber estudiado nunca las infinitas interpretaciones de la Torá, igualmente podríamos hacer un resumen de las normas sociales con la lectura de los tres fragmentos citados. El primero se refiere a los derechos del "otro", el segundo a nuestra casa y a nuestra familia, y el tercero a toda la nación. A partir de ellos podríamos explicar claramente las bases del pensamiento judío.

Esta parashá es una intersección entre el texto de Devarim y los capítulos que finalizarán la lectura de todo el Pentateuco. La serie de mitzvot que estuvimos estudiando a lo largo del libro se clausura con la de Bicurim y con la Confesión de los Diezmos, para dar paso al texto de despedida. Digno marco que nos recuerda nuevamente nuestras obligaciones con los más necesitados, incluso cuando ellos son "extranjeros" o ajenos.

Cuando recogemos los frutos a tiempo y los podemos llevar al Templo, debemos reconocer antes que nada la magnanimidad del Creador que bendice nuestra tierra y proclamar jubilosamente que no nos hemos olvidado del cumplimiento de los deberes con el leví, el extranjero, el huérfano y la viuda, ni hemos violado los mandamientos.

Ahora somos libres, y tenemos incluso independencia económica y en estos momentos no está demás contar con memoria histórica recordando a uno de nuestros antepasados. Sí a un miembro de nuestra propia familia que fue malvado y que intentó engañar a otro de nuestros antepasados. Ese personaje ruin, que se presenta tras declaraciones de solidaridad y amor, de buena voluntad y de buenas intenciones, que se aprovecha de nuestra ingenuidad no puede estar ausente porque nos acompaña siempre. La declaratoria nombrándolo, es para tener presente que si bien debemos seguir siendo idealistas, necesitamos estar alertas frente a quienes desean hacernos el mal. (Si aceptáramos otras lecturas del mismo versículo, podríamos afirmar que no está demás recordar el tiempo de nuestras carencias cuando contamos con abundancia, para estimularnos a ayudar a otros cadenciados).

Esta parashá nos trae además el pacto según el cual once acciones diferentes provocan que sus autores sean maldecidos. Prohibiciones que por lo general se transgreden en forma privada. Ese acto solemne realizado antes del ingreso a la Tierra de Israel tiene mucha fuerza por sí mismo cuando el poder intimidatorio de la ley no es suficiente para que sea aplicada.

La enumeración de las maldiciones nos descubre así un nuevo modelo de derecho que a su vez inspira su relación con normas legisladas muchos años después, casi sin percibirlo.


Hay delitos y faltas que no se pueden comprobar o que aún no han sido legisladas y si siguiéramos el principio que todo lo que no está expresamente prohibido es lícito, permitirían, como lo hacen en la mayoría de los códigos, absolver al culpable. "Nullum crimen, nulla poena, sine lege praevia", es una regla que para quienes hablamos español no necesita traducción y fue creada para dar seguridad a las personas y evitar se comentan contra ellas injusticias. No hay crimen ni pena sin una ley previa, establece el principio de tipicidad y de irretroactividad de las normas penales y debemos festejarlo. Pero, a veces no es suficiente. Incluso otra regla instaura, justamente que no hay pena sin condena en juicio. Pero, todos sabemos que no siempre los delitos pueden ser probados.

Entonces, viene nuestra parashá y nos trae una pena de otro tipo: la maldición, diciéndonos, que no se alegren aquellos que buscan y más de una vez consiguen esconderse en los recovecos de la ley que infringen solapadamente y que pueden seguir presentándose en sociedad como personas honorables.

Quizás nadie se haya enterado de sus faltas, pero, hay un ojo que ve, un oído que oye, y una mano que escribe todo en un registro indeleble. Y si eso no fuera suficiente, está la voz de “maldito” que la sociedad grita, condenando al supuesto inocente.

Y, la Torá nos obliga nuevamente a elegir. Y nosotros elegimos, ya tan cerca del Día del Juicio, de su propio texto:

»Si realmente escuchas a H’ tu D-os, y cumples fielmente todos estos mandamientos que hoy te ordeno, H’ tu D-os te pondrá por encima de todas las naciones de la tierra. Si obedeces a H’ tu D-os, todas estas bendiciones vendrán sobre ti y te acompañarán siempre: Bendito serás en la ciudad, y bendito en el campo. Benditos serán el fruto de tu vientre, tus cosechas, las crías de tu ganado, los terneritos de tus manadas y los corderitos de tus rebaños. Benditas serán tu canasta y tu mesa de amasar. Bendito serás en el hogar, y bendito en el camino. H’ te concederá la victoria sobre tus enemigos. Avanzarán contra ti en perfecta formación, pero huirán en desbandada. H’ bendecirá tus graneros, y todo el trabajo de tus manos. H’ tu D-os te bendecirá en la tierra que te ha dado. H’ te establecerá como su pueblo santo, conforme a su juramento, si cumples sus mandamientos y andas en sus caminos. Todas las naciones de la tierra te respetarán al reconocerte como el pueblo del Señor. H’ te concederá abundancia de bienes: multiplicará tus hijos, tu ganado y tus cosechas en la tierra que juró a tus antepasados que te daría. H’ abrirá los cielos, su generoso tesoro, para derramar a su debido tiempo la lluvia sobre la tierra, y para bendecir todo el trabajo de tus manos. Tú les prestarás a muchas naciones, pero no tomarás prestado de nadie. H’ te pondrá a la cabeza, nunca en la cola. Siempre estarás en la cima, nunca en el fondo, con tal de que prestes atención a los mandamientos de H’ tu D-os que hoy te mando, y los obedezcas con cuidado. Jamás te apartes de ninguna de las palabras que hoy te ordeno, para seguir y servir a otros dioses».


Shabat Shalom, desde Sión,
Rab. Yerahmiel Barylka
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Parashat Shoftim

8/10/2010

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“Cuando hayas entrado en la tierra que H’, tu D-os, te da, tomes posesión de ella, la habites y digas: "Voy a poner un rey sobre mí, como todas las naciones que están en mis alrededores",… pondrás como rey…Pero él no deberá tener muchos caballos…Tampoco deberá tener muchas mujeres…; ni amontonará para sí demasiada plata ni oro. »Cuando se siente sobre el trono de su reino, deberá escribir esta Ley para su uso,… La tendrá consigo y la leerá todos los días de su vida, para que aprenda a temer a H’, su D-os, guardando todas las palabras de esta Ley y estos estatutos, y poniéndolos por obra. Así no se elevará su corazón sobre sus hermanos, ni se apartará de estos mandamientos a la derecha ni a la izquierda, a fin de que él y sus hijos prolonguen los días de su reino en medio de Israel” (Devarim 17:14-20).
Si bien la democracia occidental ha comenzado a regir los destinos de los pueblos hace varios siglos, aún no termina de imponerse en nuestros días y no solamente en los países con fraudes históricos o que eligen como tan cerca de casa a sus presidentes hereditarios por mayorías insólitas en referendos que les conceden casi el 100% de los votos emitidos. La prepotencia de los gobernantes que se creen con derechos sobre la ciudadanía y se sienten superiores a la ley y a los jueces en regimenes en los que las elecciones son limpias, tampoco dan motivos de aplauso.La orden de "nombrar como rey a uno de tu mismo pueblo" que nos trae esta parashá (17:15), tiene las limitaciones escritas y las que luego se acrecentaron por nuestros sabios. Nombrar un soberano puede unirse a otros preceptos que debimos cumplir una vez que nos asentemos en la Tierra de Israel, como “dijo Rabí Iehudá: tres mandamientos les dieron a los hijos de Israel cuando entraron al país. Que nombraran un rey, que extirparan la simiente de Amaleq y que construyeran el Templo” (Sanedrín 20b).El Sefer Hajinuj pretende explicarnos la necesidad de soberano para evitar las luchas intestinas en el pueblo de Israel que podrían acabar con el orden político y alejar la paz.Cuando la mishná en Shabat 14:4 nos dice: "Todos los hijos de Israel descienden de reyes" nos intenta enseñar que ante la Ley de la Torá todos somos iguales, y el rey es quien tiene que vigilar el cumplimiento de la ley, que no permite que nadie se sienta desobligado por ella.Ya en la misma época bíblica nos encontramos con violaciones a las leyes y a debates acerca de la preeminencia de la ley. Y uno de los ejemplos más destacados tiene que ver con Navot, tal como leemos en I Reyes 21, que transcribimos al fin del comentario. El abuso del poder no es aceptado por nuestras normas. Estamos hablando de una época en la que ya el reinado se había consolidado y el mismo profeta Eliahu le rinde honor, "Pero la mano de H' estaba sobre Eliahu, que se ciñó la cintura y corrió delante de Ajab hasta llegar a Jezreel" (I Reyes 18:46). El relato de la guemará en Sanedrín 19 a-b, nos ilustra de los límites que nuestros sabios colocaban a los poderes omnímodos de los reyes: “Dijo Rabí Iosef: …los reyes de la casa de David pueden juzgar y ser juzgados… Cierta vez un esclavo del rey Ianái (de Iehudá), dio muerte a un hombre. Dijo entonces Shimón ben Shetaj a los sabios: pongan sus ojos sobre él, y juzguémoslo. – y ellos mandaron a decirle al rey: Tu esclavo mató a un hombre. El rey lo envió para que lo juzgarán y los sabios le mandaron a decir al rey Ianái: Tienes que venir tú también, porque la Torá dice ‘y a su dueño se le hubiere notificado’, el dueño del buey corneador que mata a una persona debe presentarse y quedarse junto a su buey- Vino el rey y tomó asiento. Shimón ben Shetaj le dijo: Ponte de pie, rey Ianái y que depongan ante ti los testigos. No estás ante nosotros, sino ante aquel (H’) que con su palabra creó el mundo, como dice el escrito: Entonces los dos litigantes se presentarán (Devarim 19:17)…” Shimón ben Shetaj era el presidente del Sanedrín y cuidaba su status incluso frente al rey. Era hermano de la reina Shlomtzión la esposa del rey Ianái y ya había debido huir previamente de las persecuciones reales. Sus relaciones con su cuñado supieron de altas y de bajas, pero el sabio no renunció a sus principios y la discusión de si los jueces juzgan y son juzgados que trae la guemará citada, no agota el tema. ¿Frente al poder sin límites, es posible que la judicatura imponga la Ley?Nosotros sabemos que los controles que se ejercen sobre el ejecutivo deben luchar contra el poder y la fuerza y en épocas de comunicación abierta contra aquellos que cuentan con los medios para difamar a sus opositores y preferir sus intereses a los del pueblo.El mensaje de la parashá es muy simple: Nadie es superior a la Torá, ni al resto de las personas. Acaparar bienes y lujos destruye a los líderes. Las instituciones jurídicas están por encima de los reyes.Si se aplicaran estos principios tan simples en nuestros días, los pueblos serían más felices y las naciones no deberían atravesar por la vergüenza de ver a sus líderes en la picota pública.No puedo terminar estos comentarios sin presentar la posición de Don Itzjak Abarbanel (1437-1508), quien además de ser un exégeta bíblico de primera línea fue también filósofo y se desempeñó como ministro de economía de varios soberanos de su época entre los que se encontró también Fernando de Aragón quien expulsó a los judíos de España en 1492. Abarbanel creía que la elección del rey es una mitzvá de hacer, pero, incluida dentro de una mitzvá no obligatoria. Después de su larga experiencia política y de su permanencia en las cortes, creía que el reinado contraría la Torá y que sólo el período de los Jueces fue derivado de la Autoridad Divina. El gobierno –decía don Itzjak- es una creación del instinto maligno.Viendo cómo se comportan los gobiernos, incluso, los democráticos de nuestra época, resulta muy atractivo solidarizarse con el pensamiento de este filósofo judío.

Shabat Shalom desde Sión,
Rab. Yerahmiel Barylka
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1 Reyes 21La viña de Navot Y sucedió que después de estas cosas, Navot de Jezreel tenía una viña que estaba en Jezreel, junto al palacio de Ajab, rey de Samaria. Y Ajab habló a Navot, diciendo: Dame tu viña para que me sirva de huerta para hortaliza porque está cerca, al lado de mi casa, y yo te daré en su lugar una viña mejor; si prefieres, te daré su precio en dinero. Pero Navot le dijo a Ajab: No permita H' que te dé la herencia de mis padres. Ajab entonces se fue a su casa disgustado y molesto a causa de la palabra que Navot de Jezreel le había dicho; pues dijo: No te daré la herencia de mis padres. Y se acostó en su cama, volvió su rostro y no comió. Pero Izebel su mujer se acercó a él, y le dijo: ¿Por qué está tu espíritu tan decaído que no comes? Entonces él le respondió: Porque le hablé a Navot de Jezreel, y le dije: "Dame tu viña por dinero; o, si prefieres, te daré una viña en su lugar." Pero él dijo: "No te daré mi viña." Su mujer Izebel le dijo: ¿No reinas ahora sobre Israel? Levántate, come, y alégrese tu corazón. Yo te daré la viña de Navot de Jezreel. Y ella escribió cartas en nombre de Ajab, las selló con su sello y envió las cartas a los ancianos y a los nobles que vivían en la ciudad con Navot. Y escribió en las cartas, diciendo: Proclamad ayuno y sentad a Navot a la cabeza del pueblo. Sentad a dos hombres malvados delante de él que testifiquen contra él, diciendo: "Tú has blasfemado a D-os y al rey." Entonces sacadlo y apedreadlo para que muera. Los hombres de su ciudad, los ancianos y los nobles que vivían en su ciudad, hicieron como Izebel les había mandado, tal como estaba escrito en las cartas que ella les había enviado. Proclamaron ayuno y sentaron a Navot a la cabeza del pueblo. Entonces entraron los dos hombres malvados y se sentaron delante de él; y los dos hombres malvados testificaron contra él, es decir, contra Navot delante del pueblo, diciendo: Navot ha blasfemado a D-os y al rey. Y lo llevaron fuera de la ciudad, lo apedrearon y murió. Después enviaron un mensaje a Izebel, diciendo: Navot ha sido apedreado y ha muerto. Y cuando Izebel oyó que Navot había sido apedreado y había muerto, Izebel dijo a Ajab: Levántate, toma posesión de la viña de Navot de Jezreel, la cual él se negó a darte por dinero, porque Navot no está vivo, sino muerto. Y sucedió que cuando Ajab oyó que Navot había muerto, se levantó para descender a la viña de Navot de Jezreel, para tomar posesión de ella. Entonces vino la palabra de H' a Eliahu tishbita, diciendo: Levántate, desciende al encuentro de Ajab, rey de Israel, que está en Samaria; he aquí, él está en la viña de Navot, adonde ha descendido a tomar posesión de ella. Le hablarás, diciendo: "Así dice H': '¿Has asesinado, y además has tomado posesión de la viña?'" También le hablarás, diciendo: "Así dice H': 'En el lugar donde los perros lamieron la sangre de Navot, los perros lamerán tu sangre, tu misma sangre.'" Y Ajab dijo a Eliahu: ¿Me has encontrado, enemigo mío? Y él respondió: Te he encontrado, porque te has vendido para hacer el mal ante los ojos de H'. He aquí, traeré mal sobre ti, te barreré completamente y cortaré de Ajab todo varón, tanto siervo como libre en Israel; haré tu casa como la casa de Ieroboam, hijo de Nabat, y como la casa de Baasa, hijo de Ahías, por la provocación con la que me has provocado a ira y porque has hecho pecar a Israel. También de Izebel ha hablado H', diciendo: "Los perros comerán a Izebel en la parcela de Jezreel." Cualquiera de Ajab que muera en la ciudad, lo comerán los perros, y el que muera en el campo, lo comerán las aves del cielo. Ciertamente no hubo ninguno como Ajab que se vendiera para hacer lo malo ante los ojos de H', porque Izebel su mujer lo había incitado. Su conducta fue muy abominable, pues fue tras los ídolos conforme a todo lo que habían hecho los amorreos, a los que H' había echado de delante de los hijos de Israel. Y sucedió que cuando Ajab oyó estas palabras, rasgó sus vestidos, puso cilicio sobre sus carnes y ayunó, se acostó con el cilicio y andaba abatido. Entonces la palabra de H' vino a Eliahu tishbita, diciendo: ¿Ves como Ajab se ha humillado delante de mí? Porque se ha humillado delante de mí, no traeré el mal en sus días; pero en los días de su hijo traeré el mal sobre su casa. 
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Bendición y maldición - Parashat Ree

8/4/2010

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"Mira: Aquí pongo hoy delante de ustedes, bendición y maldición" Deuteronomio 11:6.

"…una nueva bendición surge cada día, porque el Santo Bendito renueva todos los días la Creación, y cuando la creación se renueva, surge nueva bendición. Por ello se debe elegir uno de los (dos) caminos cotidianamente" (Sfat Emet).
Todo ser humano se encuentra permanentemente frente a una realidad cambiante que le presenta dilemas no siempre fáciles: el bien y el mal, la verdad y la mentira, bendición y condenación, y las reglas que hace poco podrían ser válidas para la toma de decisiones, ya no lo son hoy. El mundo cambia, y junto con él las ideas y las normas. Ni qué hablar de nuevos avances en informática, matemática aplicada y tecnología de telecomunicaciones y los problemas bioéticos provocados por el desarrollo de la ciencia, biotecnologías, las tecnologías reproductivas y el Proyecto Genoma Humano.

A la mayoría de los dilemas cotidianos acudimos pobremente armados y los contestamos casi intuitivamente. Pero, la parashá de esta semana, nos desafía dándonos el derecho del libre albedrío, "la bendición, si oyeren los mandamientos de H' su D-os, que Yo les prescribo hoy, y la maldición, si no oyeren los mandamientos de H' su D-os, y se apartaren del camino que Yo les ordeno hoy, para ir tras dioses ajenos que no han conocido'. Somos nosotros quienes elegimos y al hacerlo, asumimos la responsabilidad por nosotros mismos, pero, también por nuestros semejantes.

¿Qué nos dice el versículo? –que la bendición está en elegir correctamente. Esa es la bendición. La maldición es la actitud incorrecta.

Dañar a la naturaleza nos trae maldición. No sólo nos daña a nosotros, sino también a quienes sin que nosotros los conozcamos y a quienes muy probablemente, no veremos jamás.

La lectura de esta semana está llena de mitzvot y es apenas la primer parte del largo listado que se prolongará por otros 15 capítulos y desde el primer versículo tiende a contestar la pregunta de la parashá de la semana pasada que es: "Y ahora, Israel, ¿qué es lo que H' tu D-os te exige?".

De pronto, nos encontramos frente a nosotros con la posibilidad de elegir, que no parece ser un derecho, sino más bien una obligación.

Le preguntaron al rabino de Kobrin de bendita memoria: ¿Qué es lo más importante que debemos hacer? Y el maestro contestó que lo importante es lo que debemos hacer ahora mismo. Tocar el shofar es muy significativo, pero, hay que hacerlo en Rosh Hashaná; comer matzá es primordial…, pero, en Pesaj. Hoy hay que apartarse del mal –dijo- y lo que podemos reparar hoy, ya no lo podremos hacer otro día (Netivot Shalom, parashat Reé).

Si nos encerramos y aislamos permanecemos en el mundo del ayer. Para saber el hoy del primer versículo de la parashá, nos debemos re-unir a la realidad, a sus problemas tan intrincados y complejos, y sólo así podremos cumplir con el Pacto del Sinaí, siendo relevantes a nuestra época y a nuestro tiempo.

Lo que hacemos en nuestro accionar no influye sólo sobre nuestro pequeño mundo cercano sino también en el mundo globalizado, en la existencia toda.

Ese es el significado de verdadero de una buena elección.

Si nuestras acciones se dirigen "leshem Shamaim", para responder lo que se exige de nosotros judíamente, y seguimos ese manual letra por letra, sabremos introducir el espíritu de nuestra elección en cada rincón de nuestra vida. Podremos evaluar las elecciones grandes y pequeñas, en cada uno de los terrenos de la vida. No elegiremos sólo lo que sentimos es bueno para nosotros o nos produce mayores ganancias o placeres inmediatos, sino, lo que mejorará nuestra vida espiritual (incluyendo temas que parecieran alejados de un dilema judío como la elección de la ciudad y la zona de nuestra vivienda, nuestros amigos, la educación de nuestros hijos), y lo que ayudará que el "otro" esté mejor.

Oír la voz de H' es la bendición por sí misma.

Por ello, las bendiciones concretas no aparecen aquí sino recién en la parashá ki tavó. Moshé enumera aquí 25 de los 613 preceptos, colocando en el centro el de la tzedaká. No en vano Reé es leído o en el plenilunio de Elul o antes que ocurra. A un mes y días del año nuevo. Tzedaká nos salva de la muerte, porque salva a otros de la vida desdichada.

Este shabat leeremos en la Haftará un texto de Isaías 54:11, “¡Pobrecita, afligida, atormentada y sin consuelo! ¡Te afirmaré con turquesas, y te cimentaré con zafiros! Tus ventanas pondré de piedras preciosas, tus puertas de piedras de carbunclo, y toda tu muralla de piedras preciosas. El Señor mismo instruirá a todos tus hijos, y grande será su bienestar.  Serás consolidada en justicia; lejos de ti estará la opresión, y nada tendrás que temer; el terror se apartará de ti, y no se te acercará…"

El profeta habla de Israel como de una mujer pobre y desconsolada y garantiza que sus opresores no triunfarán.

Nuestra parashá inicia con Reé, -observa- una visión de los ojos pero que se eleva a una visión espiritual.  ¿Pudo acaso Moshé mostrar las bendiciones y las maldiciones? Evidentemente no. Pero, el pueblo pudo aprender de la experiencia pasada, del resultado de sus elecciones anteriores, en la familia y en el pueblo.

Pero, no nos engañemos. La elección no es fácil. Hay caminos que comienzan abruptos que parecen infranqueables y finalizan en carreteras pavimentadas y lisas y hay otros que se presentan perfectos, cementados, enjardinados, y perfumados, que en el mejor de los casos llevan a ningún lado y en el peor a estrellarse a gran velocidad.

Reé, nos dice la Torá. Mira el corto plazo y mira el largo. Echa un vistazo con tus ojos bien puestos y sabrás que camino te bendecirá.

Y si te resulta difícil, opta siempre por la tzedaká, el camino de la justicia que es la solidaridad con el prójimo.

  
Shabat shalom desde Sión

Rab. Yerahmiel Barylka
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